domingo, 23 de septiembre de 2012

Cuando el Señor habla al corazón (17)

 
17. VIVE EN LA ACCIÓN DE GRACIAS
Sé tú mismo en mí viva acción de gracias.
Sé un GRACIAS vibrante, constante, gozoso.
Da GRACIAS por todo lo que has recibido y te es conocido.
Da GRACIAS por todo lo que has recibido y olvidado.
Da GRACIAS por todo lo que has recibido y te es desconocido.
Tú eres capacidad para recibir. Dilata, amplia esa capacidad por tu acción de gracias incesante y recibirás siempre más para que mejor puedas enriquecer a los demás.
Pide. Recibe. Da gracias.
Da. Imparte. Comparte y da gracias por tener algo que dar.
Dame las gracias por haberte escogido y porque paso por ti para darme a los demás.
Dame las gracias por el sufrimiento que me permite completar en tu carne lo que falta a mi Pasión por mi Cuerpo que es la Iglesia.
No seas más que uno conmigo en el GRACIAS vibrante y substancial que yo soy para mi Padre.
Vive cada día más en la acción de gracias. ¡Tanto como te he colmado Yo!.
A cada paso dame las GRACIAS por todo y en nombre de todos. De esa manera tú estimularás mi caridad a través del mundo porque nada me predispone tanto a dar como el ver la atención que prestan a mis dones. Así es como mejor llegarás a ser un alma eucarística y ¿por qué no? Una Eucaristía viva. Sí, dame las gracias por haberte utilizado a mi manera, a la vez suave y fuerte, al servicio de mi Reino.
Lo que hasta la fecha has recibido no es nada en comparación con lo que te conservo aún desde aquí hasta el fin de tu vida sobre la tierra, para que lo compartas con muchos de tus hermanos… con lo que te reservo sobre todo en la luz de gloria donde, impregnado de mí sin restricción y sin reserva, te volverás incandescente de mi inmenso amor. Te darás cuenta entonces, en una humildad total, de que por ti mismo no eres NADA sino un pobre pecador, esclavizado por todas las ambigüedades humanas de las que has sido purificado por mi inagotable ternura misericordiosa.
Entonces estallará en lo íntimo de tu ser un vibrante Magnificat y llegarás a ser tú mismo un Te Deum eterno junto con nuestra Señora y con todos los elegidos del paraíso.
Desde ahora, renueva con frecuencia, en previsión de ese día eterno, la presentación de tu vida entera al Padre en un gesto de oblación confiada fusionada con la mía.
Sí, tú nos perteneces; no obstante, aprovecha el tiempo de que dispones para aminorar tu pertenencia a ti mismo e incrementar la intensidad de nuestra posesión de ti.
Bajo la influencia del Espíritu Santo – que de mil maneras, silenciosamente, multiplica sus llamadas – entrégate por mí al padre y déjate invadir y sumergir por nuestra inefable presencia, nuestra misteriosa transcendencia, nuestra divina ternura.
Piensa en nosotros más que en ti mismo; vive para nosotros más que para ti. Y así, las tareas que te confiamos no sólo serán más fácilmente realizadas sino que resultarán verdaderamente útiles para la Iglesia.
Más allá de lo que parece está lo que es, y ésa es la única realidad profunda que cuenta para el Reino.
Yo soy el único que puede suplir tus insuficiencias, taponar las brechas, intervenir a tiempo para impedir o subsanar tus yerros. Sin mí, tú nada puedes hacer; más unido a mí, no hay nada que tú no puedas utilizar para servir eficazmente a la iglesia y al mundo.
Muéstrate agradecido por las gracias que tú mismo has recibido y por las que yo he hecho pasar por ti. Mas, asimismo, en la fe, dame las “gracias” por todas tus humillaciones, tus limitaciones, tus sufrimientos físicos y morales. Su plena significación, tú no la descubrirás sino en la eternidad, donde tu corazón retozará de admiración por mi delicada pedagogía divina.
Igualmente dame las gracias por todos aquellos conocidos o desconocidos, hermanos y hermanas, hoy olvidados, que yo te di como compañeros de camino. Ellos, por su oración unida a la mía, por su asistencia moral y espiritual, técnica y material, te han ayudado sobre manera, pero soy yo quien, en tiempo oportuno, te los proporcioné.
Uniéndote a mis arrebatos de gratitud por cuanto sufres como por lo que haces, tú te colocas en el foco de la mayor abundancia de nuestras mercedes espirituales, y consigues todas las gracias de fortaleza y de paciencia que necesitas.

No hay comentarios: