domingo, 22 de abril de 2012

La sabiduría de Dios

LECTIO DIVINA (11-03-2012)
Juan 2, 13-25
Como se acercaba la fiesta de la Pascua de los judíos, Jesús fue a Jerusalén; y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los que tenían puestos donde cambiar el dinero. Al ver aquello, Jesús hizo un látigo con unas cuerdas y los echó a todos del templo, junto con las ovejas y los bueyes. Arrojó al suelo las monedas de los cambistas y les volcó las mesas. A los vendedores de palomas les dijo:
– ¡Sacad eso de aquí! ¡No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre!
Sus discípulos recordaron entonces la Escritura que dice: “Me consumirá el celo por tu casa.”
Los judíos le preguntaron:
– ¿Qué prueba nos das de que tienes autoridad para actuar así?
Jesús les contestó:
– Destruid este templo y en tres días lo levantaré.
Le dijeron los judíos:
– Cuarenta y seis años tardaron en construir este templo, ¿y tú vas a levantarlo en tres días?
Pero el templo al que Jesús se refería era su propio cuerpo. Por eso, cuando resucitó, sus discípulos se acordaron de lo que había dicho y creyeron en la Escritura y en las palabras de Jesús.
Mientras Jesús estaba en Jerusalén, en la fiesta de la Pascua, muchos creyeron en él al ver las señales milagrosas que hacía. Pero Jesús no confiaba en ellos, porque los conocía a todos. No necesitaba ser informado acerca de nadie, pues él mismo conocía el corazón de cada uno.
Otras lecturas: Éxodo 20.1-17; Salmo 19.8-11; 1 Corintios 1.22-25
LECTIO:
La pregunta clave de este domingo es: ¿Por qué hemos de creer en Jesús? Juan evangelista nos muestra la razón por la que un número de personas distintas, incluyendo a los discípulos, creyeron en Jesús o lo rechazaron.
Judíos de todo el mundo acudían a ofrecer sacrificios en el Templo. Adquirían los animales para el sacrificio en terrenos que pertenecían al Templo. Pero Jesús se fijó en algo que iba más allá de la actitud codiciosa de los mercaderes: habían convertido un lugar santo en un mercado.
Los discípulos creían que las acciones de Jesús en el Templo manifestaban su profundo interés por que Dios fuera glorificado. Interpretaron las palabras de Jesús a la luz del Salmo 69.10: ‘Me consume el celo por tu casa’ y creyeron que venía de Dios.
Sin embargo, las autoridades judías consideraron que el comportamiento de Jesús era un gran delito. Le pidieron que les mostrara un milagro como prueba de que venía de Dios y actuaba con su autoridad. Jesús respondió con una profecía que en aquel momento no entendió nadie. La profecía era que había de resucitar de entre los muertos (versículo 19).
Esta misteriosa profecía produjo una profunda impresión en sus discípulos. La conservaron en la memoria y cuando tuvo lugar la resurrección entendieron estas palabras como lo que eran: una profecía. Por su parte, las autoridades judías se burlaron de sus palabras, negándose a considerar cualquier otro significado que no fuera el más obvio.
MEDITATIO:
¿Qué luz arroja el relato de Marcos (Marcos 11.15-17) sobre nuestra manera de entender este acontecimiento?
Los mercaderes y las autoridades del Templo parecen haber perdido de vista, o indudablemente haber malentendido, a quién servían ¿Cómo podemos guardarnos de que nos suceda esto mismo a nosotros?
Considera la actitud de las autoridades judías en comparación con la de los discípulos. ¿Cuál es su actitud frente a las palabras y las acciones de Jesús? ¿Qué podemos aprender de todo esto?
ORATIO:

Jesús quería honrar a Dios en todas las cosas. Piensa en la semana que hoy comienza, piensa en los programas de televisión que ves o en los chistes que cuentas. ¿Honran a Dios? Pídele a Dios que te muestre con dulzura cualquier área en la que quiere que cambies en las próximas semanas.

CONTEMPLATIO:
En la primera lectura, Éxodo 20.1-17, Dios entrega a Moisés los diez mandamientos –la Ley– para los israelitas. Las acciones de Jesús reflejan su deseo de honrar a Dios y respetar su casa. Nuestra lectura del Evangelio muestra que Jesús siguió siendo un misterio para muchas personas, y esto es cierto incluso en nuestros días. 
En 1 Corintios 1.22-23 Pablo pone de relieve esto último. Los judíos quieren ver señales milagrosas, los griegos buscan sabiduría. Cristo crucificado resulta ofensivo para los primeros y a los segundos les parece necedad. Esto nos recuerda que debemos acercarnos a Dios con fe y con una actitud humilde para que se nos manifieste.
Lectio Divina de la Sociedad Bíblica España

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