miércoles, 18 de abril de 2012

La Luz del mundo

LECTIO DIVINA (11-12-2011)
Juan 1.6-8, 19-28
Hubo un hombre llamado Juan, a quien Dios envió como testigo, para que diera testimonio de la luz y para que todos creyesen por medio de él. Juan no era la luz, sino uno enviado a dar testimonio de la luz.
Los judíos de Jerusalén enviaron sacerdotes y levitas a Juan, a preguntarle quién era. Y él confesó claramente:
– Yo no soy el Mesías.
Le volvieron a preguntar:
– ¿Quién eres, pues? ¿El profeta Elías?
Juan dijo:
– No lo soy.
Ellos insistieron:
– Entonces, ¿eres el profeta que había de venir?
Contestó:
– No.
Le dijeron:
– ¿Quién eres, pues? Tenemos que llevar una respuesta a los que nos han enviado. ¿Qué puedes decirnos acerca de ti mismo?
Juan les contestó:
– Yo soy, como dijo el profeta Isaías, “Una voz que grita en el desierto: ¡Abrid un camino recto para el Señor!”
Los que habían sido enviados por los fariseos a hablar con Juan, le preguntaron:
– Pues si no eres el Mesías ni Elías ni el profeta, ¿por qué bautizas?
Juan les contestó:
– Yo bautizo con agua, pero entre vosotros hay uno que no conocéis: ese es el que viene después de mí. Yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias.
Todo esto sucedió en el lugar llamado Betania, al oriente del río Jordán, donde Juan estaba bautizando.
Otras lecturas: Isaías 61.1-2, 10-11; Lucas 1.46-50, 53-54; 1 Tesalonicenses 5.16-24
LECTIO:
Esta semana nos fijamos en el comienzo del Evangelio de Juan. Los versículos 6-8, que presentan a Juan el Bautista, son en realidad un breve inciso en el ‘Prólogo’ (Juan 1.1-18). Se trata de un himno sobre Jesús contemplado como la Palabra (logos).
A Juan el Bautista se le presenta como ‘enviado’ de Dios ‘para que diera testimonio de la luz y para que todos creyesen por medio de él’. El autor del Evangelio deja bien claro que Juan no es la luz. La luz es Jesús.
En los versículos 19-28 se nos narra el encuentro entre Juan y algunos mensajeros enviados de parte de los fariseos y de las autoridades religiosas judías Da la impresión de que había corrido el rumor de que Juan era el Profeta, Elías o incluso el Mesías. Así que los fariseos enviaron a algunos sacerdotes y levitas para que averiguaran quién era en realidad Juan y por qué bautizaba a la gente.
Juan responde con toda claridad que no es ninguno de esos personajes. Cita una profecía de Isaías 40.3 para explicar que su papel consiste en preparar el camino al Señor. Juan mismo predica en el desierto. Por eso también él es ‘una voz’ que grita en el desierto, tal como describe Isaías.
Pero al mismo tiempo que Juan deja claro que él no es el Mesías, hace el comentario enigmático de los versículos 26-27: ‘entre vosotros hay uno que no conocéis… Yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias’. Nada más se nos ofrece en este momento y el relato sigue adelante. Tampoco se nos dice lo que los mensajeros les comunicaron a los fariseos.
MEDITATIO:
Se describe a Jesús como ‘la Luz’. Considera cómo puede ser Jesús ‘la Luz’ para las personas de hoy día en este mundo nuestro, tan ruidoso y ajetreado.
Juan el Bautista fue enviado por Dios para ‘dar testimonio’ de Jesús. Eso significa que Juan era un ‘testigo’ ¿En qué medida es necesario el testimonio en nuestro mundo moderno? ¿Qué puedes hacer o decir tú para dar testimonio de Jesús?
ORATIO:
El cántico de alabanza de María resuena en el corazón mismo de nuestra lectura  (Lucas 1.46-55). Intenta hacer que su cántico sea tu propia oración gozosa, deteniéndote al final de cada verso para convertirlo en tu propio momento de acción de gracias.
CONTEMPLATIO:
‘Entre vosotros hay uno que no conocéis’. Contempla esta frase durante unos minutos. Pídele a Dios que te aclare su sentido. Puede que te sientas impulsado a orar por personas concretas, o por ti mismo, para que conozcan –o conozcas- a Jesús con mayor profundidad.
En la lectura del Antiguo Testamento de este día, Isaías 61.1-2, tenemos la maravillosa proclamación de que el Mesías está lleno del Espíritu de Dios y trae buenas noticias y libertad. ¿En quién te hace pensar todo esto?
Pablo nos instruye en 1 Tesalonicenses 5.16-24 sobre cómo ser buenos discípulos.
La puesta en práctica de estos principios nos ayudará a ser mejores testigos de Jesús.
Lectio Divina de la Sociedad Bíblica España

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