domingo, 5 de junio de 2011

ID HASTA EL FIN DEL MUNDO

LECTIO DIVINA     (05-06-2011)


Mateo 28, 16-20
    Así pues, los once discípulos fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Y al ver a Jesús, le adoraron, aunque algunos dudaban. Jesús se acercó a ellos y les dijo:
    – Dios me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced mis discípulos a todos los habitantes del mundo; bautizadlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y enseñadles a cumplir todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fi n del mundo.
    Otras Lecturas: Hechos 1:1-11; Salmo 47:1-2, 5-8; Efesios 1:17-23
LECTIO:
    Son éstas las últimas palabras del Evangelio de Mateo, y constituyen un complemento del capítulo 10, en el que Jesús envía a los doce discípulos en un ‘ejercicio de entrenamiento’ que sería su primera misión.
    Lo mejor es leer seguidos los dos textos de los capítulos 10 y 28 para captar lo que entendieron los primeros discípulos cuando Jesús los envió con aquel gran encargo. En el primer envío, la misión de los discípulos se limita a ‘las ovejas perdidas del pueblo de Israel’, y se les dice expresamente que no visiten las regiones de los paganos o los pueblos de Samaria. Pero después de la resurrección, las instrucciones que Jesús da a sus discípulos es que compartan la buena noticia con los pueblos de todas las naciones.
    Este encuentro tiene todos los rasgos de un relato de resurrección: un encuentro en un lugar escogido entre Jesús y sus discípulos más cercanos; y una reacción desigual, ya que algunos abrigabas sus dudas sobre si estaban viendo al Señor mientras que otros le rinden adoración. En este relato no se menciona que Jesús probara que es real y no un espíritu: el acento se pone en la tarea que les espera a los apóstoles.
    Jesús afirma que se le ha ‘dado toda autoridad en el cielo y en la tierra’, y la expresión implica que es una autoridad que procede de Dios. Basándose en esta misma autoridad, Jesús dice a sus discípulos que vayan ‘a todos los habitantes del mundo’.
    Su encargo implicaba evangelizar a todos los pueblos del mundo y hacer de ellos ‘mis discípulos’. Se adquiere la condición de discípulo meditante el bautismo en nombre de la Trinidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Los creyentes se convierten en miembros de una iglesia, aun cuando no se emplee esta palabra. Comienza entonces el proceso de enseñar a esos discípulos nuevos a entender y a vivir la enseñanza que Jesús había impartido en los años anteriores a su pasión y muerte.
    En este momento, Jesús no les proporciona a los discípulos una ‘lista’ de instrucciones sobre cómo han de llevar a cabo el encargo, sino que (como leemos en Hechos 1) el Espíritu se derrama sobre los discípulos para que hacerles capaces de cumplir con su misión.
    Termina el evangelio con una promesa: Jesús estará con ellos hasta el fin del mundo. Jesús no explica cómo, sencillamente les da esa certeza. Su promesa, al igual que su mensaje, se dirige a nosotros hoy día y es eterna.  
MEDITATIO:
    ¿Qué entiendes tú por esta gran misión?
    ¿Te ves a ti mismo tomando parte en ese envío?
    ¿Cómo desempeñas tu función en la ejecución de la misión?
    ¿Cómo cumple Jesús Con su promesa de estar con nosotros hoy día?
ORATIO:
    Profundiza en el poder y en la maravilla de aquel gran encargo leyendo con espíritu de oración Hechos 1:1-11. Pídele a Dios que te hable de alguien con quien poder compartir las palabras de Jesús. Recuerda que Jesús nos ha prometido que estará con nosotros y nos ha enviado al Espíritu Santo para auxiliarnos.
CONTEMPLATIO:
    Lee Efesios 1:17-23, lentamente, varias veces, y déjate empapar por estos sorprendentes versículos. El 17 recuerda lo que leíamos la semana pasada en Juan 14:17 respecto al papel que desempeña el Espíritu Santo a la hora de revelarnos al Padre para que le conozcamos.
    Dedica algunos momentos a reflexionar sobre la autoridad que se le ha dado a Jesús y que esto fortalezca tu fe:
    ‘Dios resucitó a Cristo…poniéndolo por encima de todo poder, autoridad, dominio y señorío, y por encima de todo lo que existe tanto en este mundo como en el venidero. Sometió todas las cosas bajo los pies de Cristo, y a Cristo mismo lo dio a la iglesia como cabeza de todo.’ Efesios 1:20-22
    Lectio Divina de Sociedad Bíblica España
     

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