domingo, 29 de mayo de 2011

Escuela de Jesús

(Reflexión a Mt. 28, 16-20)

La situación que se vive hoy en nuestras comunidades cristianas no es nada fácil. En nuestro corazón de seguidores de Jesús surgen no pocas preguntas: ¿dónde reafirmar nuestra fe en estos tiempos de crisis religiosa? ¿qué es lo importante en estos momentos? ¿qué hemos de hacer en las comunidades de Jesús? ¿hacia dónde hemos de orientar nuestros esfuerzos?

Mateo concluye su relato evangélico con una escena de importancia excepcional. Jesús convoca por última vez a sus discípulos para confiarles su misión. Son las últimas palabras que escucharán de Jesús: las que han de orientar su tarea y sostener su fe a lo largo de los siglos.

Siguiendo las indicaciones de las mujeres, los discípulos se reúnen en Galilea. Allí había comenzado su amistad con Jesús. Allí se habían comprometido a seguirlo colaborando en su proyecto del reino de Dios. Ahora vienen sin saber con qué se pueden encontrar. ¿Volverán a verse con Jesús después de su ejecución?

El encuentro con el Resucitado no es fácil. Al verlo llegar, los discípulos «se postran» ante él; reconocen en Jesús algo nuevo; quieren creer, pero «algunos vacilan». El grupo se mueve entre la confianza y la tristeza. Lo adoran pero no están libres de dudas e inseguridad. Los cristianos de hoy los entendemos. A nosotros nos sucede lo mismo.

Lo admirable es que Jesús no les reprocha nada. Los conoce desde que los llamó a seguirlo. Su fe sigue siendo pequeña, pero a pesar de sus dudas y vacilaciones, confía en ellos. Desde esa fe pequeña y frágil anunciarán su mensaje en el mundo entero. Así sabrán acoger y comprender a quienes a lo largo de los siglos vivirán una fe vacilante. Jesús los sostendrá a todos.

La tarea fundamental que les confía es clara: «hacer discípulos» suyos en todos los pueblos. No les manda propiamente a exponer doctrina, sino a trabajar para que el mundo haya hombres y mujeres que vivan como discípulos y discípulas de Jesús. Seguidores que aprendan a vivir como él. Que lo acojan como Maestro y no dejen nunca de aprender a ser libres, justos, solidarios, constructores de un mundo más humano.

Mateo entiende la comunidad cristiana como una "escuela de Jesús". Seremos muchos o pocos. Entre nosotros habrá creyentes convencidos y creyentes vacilantes. Cada vez será más difícil atender a todo como quisiéramos. Lo importante será que entre nosotros se pueda aprender a vivir con el estilo de Jesús. El es nuestro único Maestro. Los demás somos todos hermanos que nos ayudamos y animamos mutuamente a ser sus discípulos.

José Antonio Pagola

UN DON QUE NO TIENE PRECIO

LECTIO DIVINA     (20-05-2011)

Juan 14,15-21
    “Si me amáis, obedeceréis mis mandamientos. Y yo pediré al Padre que os envíe otro defensor, el Espíritu de la verdad, para que esté siempre con vosotros. Los que son del mundo no lo pueden recibir, porque no lo ven ni lo conocen; pero vosotros lo conocéis, porque él está con vosotros y permanecerá siempre en vosotros. 
    “No voy a dejaros abandonados: volveré para estar con vosotros. Dentro de poco, los que son del mundo ya no me verán; pero vosotros me veréis, y viviréis porque yo vivo. En aquel día os daréis cuenta de que yo estoy en mi Padre, y que vosotros estáis en mí y yo en vosotros. El que recibe mis mandamientos y los obedece, demuestra que me ama. Y mi Padre amará al que me ama, y yo también le amaré y me mostraré a él.”
Otras Lecturas: Hechos 8:5-8; Salmo 66:1-7, 16, 20; 1 Pedro 3:15-18
LECTIO: 
    Esta lectura de Juan nos conduce al corazón mismo de la cena de Pascua, a las instrucciones últimas de Jesús para sus discípulos y amigos más íntimos. 
    Jesús quiere dejar claros algunos puntos importantes de su relación con los discípulos y de lo que sucederá cuando él se marche y el Padre les envíe al Espíritu Santo. 
    El Espíritu Santo vendrá trayendo una garantía vital: su presencia permanente con cada uno de los discípulos (versículos 16-17). El mundo, los no creyentes, no pueden recibir al Espíritu Santo porque no pueden ni verlo ni conocerlo. Pero los discípulos sí que pueden. Al Espíritu Santo le llama ‘el otro defensor’, es decir otro además de Jesús mismo. 
    Son muchas las maneras en que el mundo se opone a los discípulos y a Jesús, pero Juan no profundiza aquí en ese tema. 
    Tampoco entra Jesús en detalles respecto a su vuelta, pero deja a los discípulos con una promesa: ‘volveré para estar con vosotros’. Así que en el versículo 18 nos promete la resurrección y la vuelta. Estos versículos revelan el profundo interés de Jesús por sus discípulos sabiendo la tormenta que se les viene encima. 
    Entretejida en toda esta lección de amor se encuentra la invitación de Jesús a los discípulos para que vivan el amor que le tienen. Pero sabe que necesitan toda la ayuda de la que puedan disponer. Por eso, Jesús se dirige al Padre pidiéndole el don del Espíritu Santo a favor de sus discípulos. 
    El Espíritu Santo ama a quienes aman a Jesús y cumplen sus mandamientos. 
    También actúa como defensor, auxilio y maestro, sosteniendo a los discípulos a lo largo del camino de la obediencia, en ocasiones tan difícil, a Jesús y a sus mandamientos. 
    Todos estos temas se entretejen formando un rico tapiz doctrinal. Y en estos pocos versículos, que forman parte de un pasaje de enseñanzas mucho más amplio, se expresan con gran sencillez y claridad ideas en ocasiones muy complejas.
MEDITATIO:
    El Espíritu Santo desempeña diversos papeles, pero Jesús señala la que tal vez es la más importante, en el versículo 17: revelarles ‘la Verdad’ de Dios. Necesitamos que nos recuerden continuamente lo que es Dios en realidad, ya que nuestra visión de Dios puede distorsionarse con suma facilidad. El amor y la obediencia harán que fluya con mayor fluidez nuestro conocimiento de la naturaleza de Dios. Dedica algún tiempo a reflexionar sobre esto. 
    ¿Qué papel desempeña el Espíritu Santo en tu relación con Dios? ¿Qué haces para mantener esta relación? ¿En qué ocasiones eres más consciente de la orientación que te ofrece el Espíritu Santo?
ORATIO:
    La liturgia de este domingo utiliza el Salmo 66, o parte del mismo, para cantar las alabanzas de Dios. Utiliza algunos versos del salmo para alabar a Dios, o escribe tu propio cántico de alabanza. O, por el contrario, trata de dibujar una sencilla imagen para expresar tu alabanza. 
    Reflexiona sobre los acontecimientos de la semana pasada. Alaba a Dios por su presencia a tu lado a lo largo de todo lo que ha sucedido, tanto lo bueno como lo malo.
CONTEMPLATIO:
    ¿Cuál de los temas de la enseñanza de este domingo te ha llegado al corazón o al espíritu de manera más especial? Pídele al Espíritu Santo que te muestre lo que Dios quiere que veas y de qué manera debes responder
    Lectio Divina de Sociedad Bíblica España  

domingo, 22 de mayo de 2011

No estamos huérfanos

(Reflexión a Jn 14, 15-21)

Una Iglesia formada por cristianos que se relacionan con un Jesús mal conocido, poco amado y apenas recordado de manera rutinaria, es una Iglesia que corre el riesgo de irse extinguiendo. Una comunidad cristiana reunida en torno a un Jesús apagado, que no seduce ni toca los corazones, es una comunidad sin futuro.

En la Iglesia de Jesús necesitamos urgentemente una calidad nueva en nuestra relación con él. Necesitamos comunidades cristianas marcadas por la experiencia viva de Jesús. Todos podemos contribuir a que en la Iglesia se le sienta y se le viva a Jesús de manera nueva. Podemos hacer que sea más de Jesús, que viva más unida a él. ¿Cómo?

Juan recrea en su evangelio la despedida de Jesús en la última cena. Los discípulos intuyen que dentro de muy poco les será arrebatado. ¿Qué será de ellos sin Jesús? ¿A quién le seguirán? ¿Dónde alimentarán su esperanza? Jesús les habla con ternura especial. Antes de dejarlos, quiere hacerles ver cómo podrán vivir unidos a él, incluso después de su muerte.

Antes que nada, ha de quedar grabado en su corazón algo que no han de olvidar jamás: «No os dejaré huérfanos. Volveré». No han de sentirse nunca solos. Jesús les habla de una experiencia nueva que los envolverá y les hará vivir porque los alcanzará en lo más íntimo de su ser. No los olvidará. Vendrá y estará con ellos.

Jesús no podrá ya ser visto con la luz de este mundo, pero podrá ser captado por sus seguidores con los ojos de la fe. ¿No hemos de cuidar y reavivar mucho más esta presencia de Jesús resucitado en medio de nosotros? ¿Cómo vamos a trabajar por un mundo más humano y una Iglesia más evangélica si no le sentimos a él junto a nosotros?

Jesús les habla de una experiencia nueva que hasta ahora no han conocido sus discípulos mientras lo seguían por los caminos de Galilea: «Sabréis que yo estoy con mi Padre y vosotros conmigo». Esta es la experiencia básica que sostiene nuestra fe. En el fondo de nuestro corazón cristiano sabemos que Jesús está con el Padre y nosotros estamos con él. Esto lo cambia todo.

Esta experiencia está alimentada por el amor: «Al que me ama...yo también lo amaré y me revelaré a él». ¿Es posible seguir a Jesús tomando la cruz cada día, sin amarlo y sin sentirnos amados entrañablemente por él? ¿Es posible evitar la decadencia del cristianismo sin reavivar este amor? ¿Qué fuerza podrá mover a la Iglesia si lo dejamos apagar? ¿Quién podrá llenar el vacío de Jesús? ¿Quién podrá sustituir su presencia viva en medio de nosotros?

José Antonio Pagola

EL CAMINO

LECTIO DIVINA     (22-05-2011)

Juan 14, 1-12
    “No os angustiéis: creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchos lugares donde vivir; si no fuera así, no os habría dicho que voy a prepararos un lugar. Y después de ir y prepararos un lugar, vendré otra vez para llevaros conmigo, para que vosotros también estéis donde yo voy a estar. Ya sabéis el camino que lleva a donde yo voy.”
    Tomás dijo a Jesús:–Señor, no sabemos a dónde vas: ¿cómo vamos a saber el camino? Jesús le contestó:–Yo soy el camino, la verdad y la vida. Solamente por mí se puede llegar al Padre. Si me conocéis, también conoceréis a mi Padre; y desde ahora ya le conocéis y le estáis viendo.
    Felipe le dijo entonces:–Señor, déjanos ver al Padre y con eso nos basta.
    Jesús le contestó:–Felipe, ¿tanto tiempo hace que estoy con vosotros y todavía no me conoces? El que me ve a mí ve al Padre: ¿por qué me pides que os deje ver al Padre? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre en mí? Las cosas que yo os digo no las digo por mi propia cuenta. El Padre, que vive en mí, es el que hace su propia obra. Creedme que yo estoy en el Padre y el Padre en mí; si no, creed al menos por las propias obras. Os aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago; y hará otras todavía más grandes, porque yo voy al Padre.
Otras Lecturas: Hechos 6:1-7; Salmo 33:1-2, 4-5, 18-19; 1 Pedro 2:4-9

LECTIO:
    Esta conversación tiene lugar durante la cena de Pascua en Jerusalén. Jesús sabe que su arresto y su crucifixión son inminentes y que ello someterá a una prueba tremenda a sus discípulos.
    Jesús no lo dice explícitamente, pero en los versículos 2-4 parece estar refiriéndose al cielo. Jesús sabe que después de la crucifixión resucitará de entre los muertos y se reunirá con su Padre en el cielo. La promesa que les hace a sus discípulos es que después de que mueran también ellos se reunirán con él en el cielo, aunque Jesús no entra en detalles sobre esto.
    Es probable que la respuesta de Jesús a Tomás –que él es el camino, la verdad y la vida y el único que conduce al Padre- tampoco les aclarase mucho las cosas en aquel momento. En su diálogo con Felipe, Jesús se centra en su unidad con Dios Padre. Es un concepto que a los discípulos les resulta difícil de entender. De hecho, han sido necesarios siglos de meditación y reflexión por parte de la Iglesia de Cristo para desentrañar algo de la mera superficie del misterio de la Trinidad. Pero Jesús indica que quien le ha visto a él ha visto al Padre: en Jesús podemos ver cómo y qué es el Padre.
    La lectura de este domingo termina con la misteriosa afirmación de que quienes siguen a Jesús harán ‘cosas todavía más grandes’ que la que él hace. Esto está relacionado con el Espíritu Santo, del que leeremos más las semanas siguientes.
    Resulta útil que recordemos el consejo que Jesús les da a sus discípulos justo al comienzo de este diálogo: ‘No os angustiéis: creed en Dios y creed también en mí’.

MEDITATIO: 
    ■ ¿De qué manera es Cristo el camino, la verdad y la vida, y el único acceso al Padre?
    ■ Para ti personalmente, ¿cómo ha demostrado Jesús ser el camino? ¿De qué manera influye esto en tu vida?
    ■ ¿Qué podemos aprender en este pasaje respecto a la confianza en Dios ¿Cómo aplicas todo esto a tu vida diaria?

ORATIO:
    El Salmo 33 habla de la fidelidad de Dios. Lee el salmo entero y respóndele después con tu oración. Lo mismo que los discípulos, tampoco nosotros entendemos siempre todo, pero podemos confiar en que Dios es fiel y bondadoso.

CONTEMPLATIO:
    ‘Acercaos, pues, al Señor, la piedra viva que los hombres despreciaron, pero que para Dios es piedra escogida y de mucho valor. De esta manera, Dios hará de vosotros, como piedras vivas, un templo espiritual, un sacerdocio santo que por medio de Jesucristo ofrezca sacrificios espirituales, agradables a Dios. Por eso dice la Escritura:
    “Yo pongo en Sión una piedra que es la piedra principal, escogida y muy valiosa; quien confía en ella no quedará defraudado.”’
    Considera estos versículos de 1 Pedro 2:4-6. Piensa en Jesús como piedra angular del Reino de Dios. Pregúntale a Dios de qué manera puedes ser una ‘piedra viva’ de su templo.

Lectio Divina de Sociedad Bíblica España

jueves, 19 de mayo de 2011

Dame, Señor, sentido del humor

Nacho, un buen amigo sacerdote, que pasó años como misionero en tierras americanas, me acaba de enviar esta oración de Santo Tomás Moro que no puedo dejar de compartir

Señor:

dame una buena digestión
y, naturalmente, algo para digerir.

Dame la salud del cuerpo
y el buen humor necesario para mantenerla.

Dame un alma sana, Señor,
que tenga siempre ante los ojos
lo que es bueno y puro de modo que,
ante el pecado, no me escandalice
sino que sepa encontrar el modo de remediarlo.

Dame un alma que no conozca el aburrimiento,
los ronroneos, los suspiros, los lamentos….
y no permitas que me tome demasiado en serio
esa cosa entrometida que se llama “el yo”.

Dame, Señor, el sentido del humor:
dame el saber reírme de un buen chiste,
para que sepa sacar un poco de alegría de esta vida
y pueda compartirla con mis hermanos.



domingo, 15 de mayo de 2011

ESCUCHAD AL PASTOR

LECTIO DIVINA     (15-05-2011)


Juan 10, 1-10
    Jesús añadió: “Os aseguro que el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que se mete por otro lado, es ladrón y salteador. El que entra por la puerta, ese es el pastor que cuida las ovejas.  El guarda le abre la puerta, y el pastor llama a cada oveja por su nombre y las ovejas reconocen su voz. Él las saca del redil, y cuando ya han salido todas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen porque reconocen su voz. En cambio no siguen a un extraño, sino que huyen de él porque no conocen la voz de los extraños.”
    Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron lo que les quería decir. Volvió Jesús a decirles: “Os aseguro que yo soy la puerta por donde entran las ovejas. Todos los que vinieron antes de mí fueron ladrones y salteadores, pero las ovejas no les hicieron caso. Yo soy la puerta: el que por mí entra será salvo; entrará y saldrá, y encontrará pastos.
    “El ladrón viene solamente para robar, matar y destruir; pero yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.

Otras Lecturas: Hechos 2:14, 36-41; Salmo 23:1-6; 1 Pedro 2:20-25

LECTIO:
    Para poder entender con mayor claridad este pasaje, necesitamos leer también los siguientes versículos de Juan 10:11-18. En los versículos 1-5 Jesús expone la parábola del buen pastor, y en los versículos 7-16 explica su significado.Jesús utiliza dos afirmaciones que comienzan con un ‘Yo soy’ y ambas son dos metáforas con las que se describe a sí mismo. En el versículo 7 se describe como ‘la puerta’ y en el 11 se refiere a sí mismo como ‘el buen pastor’. A quienes escuchaban a Jesús les resultaba familiar la idea de Dios como pastor y la del pueblo judío como sus ovejas. Así, al identificarse como buen pastor, Jesús se identifica también directamente con Dios y con su papel de proteger y cuidar de sus ovejas.
    Jesús añade que el pastor conoce a cada una de sus ovejas por su nombre y las apacienta. Las ovejas reconocen su voz y por eso salen del redil siguiéndole, sin duda en busca de pastos para alimentarse. En los versículos 11-16 Jesús alude al hecho de que un día dará la vida por su rebaño. También se refiere a ‘otras ovejas’, posiblemente los creyente de origen gentil, que se sumarán para formar un solo rebaño…Además de ser el buen pastor, Jesús se describe también como la puerta de las ovejas. La puerta es el único acceso legítimo para entrar en el redil. Sólo por medio de Jesús podemos llegar a formar parte del rebaño de Dios. Todo esto se resume en Juan 14:6: ‘Yo soy el camino, la verdad y la vida. Solamente por mí se puede llegar al Padre.’ (Veremos este pasaje con más detenimiento el próximo domingo.)Jesús también compara su misión con la de los falsos profetas y ‘mesías’. Estos últimos, roban, matan y destruyen. Mediante un glorioso contraste con ellos, Jesús trae la vida: ‘vida en abundancia’ (versículo 10).

MEDITATIO:
    ¿Por qué crees que usa Jesús estas dos metáforas para describirse a sí mismo? ¿Qué te manifiesta de él cada una de ellas?
    ¿Qué has aprendido hoy sobre Jesús y tu relación con él?
    ¿Ves a Jesús como tu pastor? ¿Cuándo sientes que es él quien te guía? ¿Qué alimento espiritual y qué agua te proporciona?
    ¿Necesitas cambiar algo para poder escuchar la voz de tu pastor con mayor claridad en el futuro?

ORATIO:
    El Salmo 23 es probablemente el salmo mejor conocido de todos. Reléelo, verso a verso, y utilízalo como tu oración personal ante Dios.

CONTEMPLATIO:
    Reflexiona sobre este versículo de 1 Pedro 2:25, ‘Antes andabais como ovejas extraviadas, pero ahora habéis vuelto a Cristo, que os cuida como un pastor y vela por vosotros.’.

Lectio Divina de Sociedad Bíblica España

sábado, 14 de mayo de 2011

Quédate con nosotros, Señor, que anochece

ORACION EN LA NOCHE

Señor, hemos vivido contigo momentos de intensa alegría. Hemos asistido en nuestra juventud a un despertar de la Iglesia de su modorra de siglos, en la primavera del buen papa Juan y su Concilio. Hemos sido testigos de la formación de las comunidades eclesiales de base en América Latina, y también entre nosotros de una forma más modesta.

Hemos visto florecer la Teología de la Liberación en Latinoamérica, en África, en Asia, una teología que tanto ha aportado a la Iglesia, en reflexión teológica, y en sangre de innumerables mártires, unos conocidos (Romero, Ellacuría y sus compañeros, Gerardi...) y miles desconocidos, pertenecientes al pueblo sencillo, que nos han dejado el testimonio imborrable de sus vidas entregadas por el seguimiento de Jesús.

Nosotros esperábamos que esta primavera del Espíritu sería seguida de un renacimiento general en toda tu Iglesia, que las ventanas se abrirían para que entrara el soplo de tu Espíritu que barriera todo el polvo acumulado durante tantos siglos en las instituciones eclesiales y en las conciencias de todos y cada uno de los cristianos.

Pero a los cristianos de esta parte del mundo llamada desarrollada no nos ha bastado el testimonio de los mártires. Hemos hecho lo que siempre han hecho los cristianos a través de los siglos con los mártires y los santos: los hemos admirado, los hemos enaltecido e incluso quisiéramos que todos esos mártires fueran elevados a los altares, pero no hemos seguido su ejemplo.

No hemos levantado nuestra voz con energía contra las leyes económicas injustas que condenan a la mayor parte de la Humanidad a la miseria, la impotencia y la muerte.

No hemos exigido con fuerza en nuestros países el avance de una verdadera democracia económica que sea capaz de ofrecer una verdadera igualdad de oportunidades a todos los ciudadanos:

que acabe con las lacras del paro, de los contratos basura y del trabajo en condiciones de inseguridad;
que termine con el problema de la falta o la insalubridad de la vivienda;
que haga que la educación y la salud estén, de verdad, al alcance de todos los ciudadanos, sea cual sea su poder económico;
 que la justicia sea igual para todos;
que se acabe con la marginación social y con el maltrato a los inmigrantes que vienen a nuestros países en busca de un trabajo digno y que se encuentran con la persecución policial y trabajos marginales mal pagados y sin seguridad social, en la economía sumergida.
Nosotros, los cristianos de las naciones desarrolladas, esperábamos como el grupo de los discípulos de Jesús, entre los que se encontraban los de Emaús, que por obra de Dios, y sin costo alguno por nuestra parte, llegaría el triunfo definitivo, el Reino de Dios sobre la Tierra, y en este reino los que estábamos con Jesús tendríamos, si no los primeros puestos, si el prestigio y el reconocimiento de toda la sociedad.

Pero, como tú les dijiste a los de Emaús, somos torpes y lentos de comprensión. Y lo somos aún más que ellos, porque nosotros sí que sabemos que tú tenías que pasar por tu pasión y tu muerte en la cruz para abrirnos las puertas del Reino y también que "el discípulo no puede ser más que su maestro": si tú sufriste la incomprensión, la persecución y la muerte, no podemos nosotros esperar que el Reino se nos entregue "de rositas".

Tú tuviste conflicto con las autoridades legítimas de tu religión, los herederos de la autoridad conferida a Moisés por Dios mismo en el monte Sinaí. Lo lógico es que ante esa jerarquía emanada de Dios, tú hubieras obedecido dócilmente y dejaras que fueran los sacerdotes los que dictaminaran lo que era y lo que no era voluntad de Dios.

Pero tú sabías muy bien que la voluntad de Dios es que el hombre viva, que tenga vida en abundancia, que sea libre y responsable, que su inteligencia y su vitalidad se extienda a todo lo creado, que viva en armonía con el resto de los seres humanos y con la Naturaleza toda, que está, sí, a su servicio, siempre que él la cuide y la respete como hace el labrador con sus cosechas y el jardinero con sus flores.

Por defender que el hombre está por encima de la Ley, que la ley, aunque sea la de Dios, está hecha para el hombre y no el hombre para servir a la ley, los sacerdotes de la verdadera religión de Moisés te condenaron a muerte.

Nosotros también tenemos nuestro conflicto -pequeñito- con nuestras legítimas autoridades religiosas. Defendemos que, como laicos, tenemos que tener nuestra voz y nuestro puesto en tu Iglesia y no ser simples acólitos que dicen amén a una autoridad que se cree en posesión de toda la verdad y de todo el poder y considera a los cristianos no como hermanos sino como súbditos. Que discrimina a la mujer solo por su sexo y no le permite ejercer puestos de responsabilidad en la Iglesia.

Pero nuestras reivindicaciones, que creemos justas, las defendemos como derechos al interior de la Iglesia: tener mayor participación en decisiones eclesiales como elección de curas y obispos, acceso de mujeres y casados a los ministerios ordenados, y cosas por el estilo.

No reclamamos todavía, o no lo hacemos con voz suficientemente alta, que la Iglesia -y nosotros los primeros dentro de ella- sea fermento de una Humanidad que busca a tientas la verdad y la vida, que seamos los cristianos los primeros en abrir caminos de solidaridad con todos los hombres, que estemos en todos los frentes de batalla -también en los frentes político y económico- donde se decide el progreso del Mundo, que no tengamos miedo a los que pueden matar el cuerpo pero que no tienen poder contra el Espíritu de vida que tú nos viniste a traer.

Las discrepancias con nuestras autoridades religiosas no deben servirnos para conseguir un estatus más cómodo dentro del redil eclesial, sino para que tanto nosotros como nuestros pastores, salgamos al aire libre en busca de tantas ovejas perdidas a las que tenemos que salvar para una vida digna y responsable. Solo de esta manera, por nuestra solidaridad y no por el adoctrinamiento, podrán los hombres conocerte algún día.

Ahora, Señor, está anocheciendo en nuestro mundo y en el interior de cada uno de nosotros. Las tinieblas del neoliberalismo, del consumismo, de la competitividad a cualquier precio para obtener el triunfo sobre los demás, llenan el horizonte del mundo de nuestros días y las sentimos avanzar dentro de nosotros mismos.

Lo mismo que tus primeros seguidores ante el "fracaso" de la cruz, sentimos en nuestro interior crecer el desaliento y la desesperanza. Pero tú estás con nosotros en el camino, como estuviste con los de Emaús, aunque lo mismo que ellos, tampoco nosotros te reconocemos.

No te reconocemos donde tú dijiste que estabas presente: en los pobres y en los desposeídos por el Sistema, en los marginados por su raza, sexo, religión, enfermedad (los nuevos leprosos de nuestros días, los enfermos de Sida), nacionalidad o, simplemente, por su nulo poder económico. Y, sin embargo, tú caminas en ellos y nos pides nuestra compañía, nuestra ayuda, nuestro calor humano.

Los de Emaús te ofrecieron su compañía y su amistad y te invitaron a quedarte con ellos. Solo entonces pudiste partir el pan y revelarte a ellos como el Resucitado. Solo acompañando al mundo en sus angustias y esperanzas podremos celebrar contigo de verdad, y no solo de forma ritual, la Eucaristía de tu Cuerpo y tu Sangre entregados por el mundo.

Solo entonces te manifestarás a nosotros y podremos correr a compartir nuestra alegría con nuestros hermanos. Cuando los de Emaús corrieron a Jerusalén a anunciar al resto de tus discípulos tu resurrección ya no les importaba que fuera noche cerrada. Tu luz iluminaba todas las tinieblas.

Haz con nosotros lo mismo, Señor. Acompáñanos en nuestra oscuridad, aunque nosotros no te reconozcamos, ayúdanos con tu palabra hecha vida a penetrar en el sentido íntimo de las Escrituras, sobre todo de tu Evangelio. Que no nos limitemos a leerlo y comentarlo, sino que tu palabra nos interpele y nos desgarre como espada de doble filo, para que la Palabra se encarne en nuestras vidas y las transforme.

Foro Diamantino
Somos Iglesia Andalucía

domingo, 8 de mayo de 2011

SE LES ABRIERON LOS OJOS

 

LECTIO DIVINA     (08-05-2011)


Lucas 24, 13-35


Dos de los discípulos se dirigían aquel mismo día a un pueblo llamado Emaús, a unos once kilómetros de Jerusalén. Iban hablando de todo lo que había pasado. Mientras conversaban y discutían, Jesús mismo se les acercó y se puso a caminar a su lado. Pero, aunque le veían, algo les impedía reconocerle. Jesús les preguntó: –¿De qué venís hablando por el camino? Se detuvieron tristes, y uno de ellos llamado Cleofás contestó: –Seguramente tú eres el único que, habiendo estado en Jerusalén, no sabe lo que allí ha sucedido estos días.

Les preguntó: –¿Qué ha sucedido? Le dijeron: –Lo de Jesús de Nazaret, que era un profeta poderoso en hechos y palabras delante de Dios y de todo el pueblo. Los jefes de los sacerdotes y nuestras autoridades lo entregaron para que lo condenaran a muerte y lo crucificaran. Nosotros teníamos la esperanza de que él fuese el libertador de la nación de Israel, pero ya han pasado tres días desde entonces.  Sin embargo, algunas de las mujeres que están con nosotros nos han asustado, pues fueron de madrugada al sepulcro  y no encontraron el cuerpo; y volvieron a casa contando que unos ángeles se les habían aparecido y les habían dicho que Jesús está vivo.

Algunos de nuestros compañeros fueron después al sepulcro y lo encontraron todo como las mujeres habían dicho, pero no vieron a Jesús. Jesús les dijo entonces: –¡Qué faltos de comprensión sois y cuánto os cuesta creer todo lo que dijeron los profetas! ¿Acaso no tenía que sufrir el Mesías estas cosas antes de ser glorificado?  Luego se puso a explicarles todos los pasajes de las Escrituras que hablaban de él, comenzando por los libros de Moisés y siguiendo por todos los libros de los profetas.

Al llegar al pueblo adonde se dirigían, Jesús hizo como si fuera a seguir adelante;  pero ellos le obligaron a quedarse, diciendo: –Quédate con nosotros, porque ya es tarde y se está haciendo de noche. Entró, pues, Jesús, y se quedó con ellos. Cuando estaban sentados a la mesa, tomó en sus manos el pan, y habiendo dado gracias a Dios, lo partió y se lo dio. En ese momento se les abrieron los ojos y reconocieron a Jesús; pero él desapareció.  Se dijeron el uno al otro: –¿No es cierto que el corazón nos ardía en el pecho mientras nos venía hablando por el camino y nos explicaba las Escrituras?

Sin esperar a más, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los once apóstoles y a los que estaban con ellos.  Estos les dijeron: –Verdaderamente ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón. Entonces ellos contaron lo que les había pasado en el camino, y cómo reconocieron a Jesús al partir el pan.

Otras Lecturas: Hechos 2:14, 22-23; Salmo 16:1-2, 5, 7-11; 1Pedro 1:17-21

LECTIO:

Estamos en el tercer día después de la muerte de Jesús. La tumba sigue abierta y falta el cuerpo de Jesús. A pesar de la promesa de Jesús, según la cual resucitaría al tercer día, estos dos discípulos parecen haber abandonado toda esperanza y se ponen en marcha camino de Emaús.

Jesús se une a ellos, pero no le reconocen. Les explica que la muerte y la resurrección del Mesías son esenciales en los planes de Dios y cómo estaban revelados en la escritura. Sólo cuando parte el pan con ellos se les abren los ojos. A toda prisa, se vuelven a Jerusalén para comunicárselo a los ostros discípulos. Pero se encuentran con que Jesús también se ha aparecido a Simón. De tal modo, que en este momento ya hay en el relato de Lucas tres testigos oculares del Cristo resucitado. Muchos más se añadirán antes de que Jesús suba a los cielos.

 

MEDITATIO:

Jesús se manifestó a estos dos discípulos cuando estaban más desanimados. ¿Qué podemos aprender de ello?
   ■ ¿Qué otras lecciones puedes sacar de este pasaje?


ORATIO:

Dale gracias a Jesús por haber pagado el precio de tus pecados mediante su muerte y su resurrección. Invítale a unirse a tu propio camino y pídele que se te manifieste todavía más.

CONTEMPLATIO:

Los dos discípulos recorrieron unos 11 kilómetros en su viaje de vuelta a Jerusalén, la mayor parte en medio de la noche, para darles ánimos a los discípulos compañeros suyos. Considera tu respuesta a la buena noticia del evangelio y cómo puedes compartirla con los demás.
Lectio Divina de Sociedad Bíblica España

domingo, 1 de mayo de 2011

JESÚS SE APARECE A SUS DISCÍPULOS

 

LECTIO DIVINA (01-05-2011)

Juan 20, 19-31

En la noche de ese mismo domingo, los discípulos se reunieron en una casa. Las puertas de la casa estaban bien cerradas, porque los discípulos tenían miedo de los líderes judíos. Jesús entró, se puso en medio de ellos, y los saludó diciendo: «¡Que Dios los bendiga y les dé paz!» Después les mostró las heridas de sus manos y de su costado, y los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús los volvió a saludar de la misma manera, y les dijo: «Como mi Padre me envió, así también yo los envío a ustedes.» Luego sopló sobre ellos, y les dijo: «Reciban al Espíritu Santo. Si ustedes perdonan los pecados de alguien, Dios también se los perdonará. Y si no se los perdonan, Dios tampoco se los perdonará.» Tomás, uno de los doce discípulos, al que le decían el Gemelo, no estaba con los otros cuando Jesús se les apareció. Cuando Tomás llegó, los otros discípulos le dijeron: ¡Hemos visto al Señor! Pero él les contestó: No creeré nada de lo que me dicen, hasta que vea las marcas de los clavos en sus manos y meta mi dedo en ellas, y ponga mi mano en la herida de su costado.

Ocho días después, los discípulos estaban reunidos otra vez en la casa. Tomás estaba con ellos. Las puertas de la casa estaban bien cerradas, pero Jesús entró, se puso en medio de ellos, y los saludó diciendo: «¡Que Dios los bendiga y les dé paz!» Luego le dijo a Tomás: Mira mis manos y mi costado, y mete tus dedos en las heridas. Y en vez de dudar, debes creer. Tomás contestó: ¡Tú eres mi dueño y mi Dios! Jesús le dijo: ¿Creíste porque me viste? ¡Felices los que confían en mí sin haberme visto! La razón por la que se escribió este libro Delante de sus discípulos, Jesús hizo muchas otras cosas que no están escritas en este libro. Pero las cosas que aquí se dicen se escribieron para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que así, por medio de su poder reciban la vida eterna.

LECTIO:

El evangelista presenta la aparición de Jesús, dando cumplimiento a sus promesas del retorno. Es la hora de su exaltación y glorificación. Los discípulos tenían miedo de los Judíos y por eso estaban encerrados, pero Jesús al aparecer lo primero que les dice es un deseo de PAZ.

Es importante también tener presente una pregunta: ¿cómo saber que el que se aparece como Resucitado, es el mismo que ha sido Crucificado? Pues para Juan lo relata con claridad: Jesús les mostró sus manos y su costado. Es decir, asegurando que el que había sido crucificado y sepultado, no fue robado ese cuerpo por los judíos, sino que Él mismo vive en la gloria celestial. Dimensión diferente, de nuestras realidades humanas. Venciendo la muerte, como la gran enemiga de la humanidad, se aparece como el primero llamado por el Padre a la vida de la Gloria Eterna.

La alegría de los discípulos, se transformará luego en un signo permanente del encuentro con Jesús Resucitado. Reconocer que Él está vivo, en medio de ellos, tendrá como sello la alegría, la felicidad permanente.

El envío: es significativo lo que Jesús dice a sus Apóstoles, Como mi Padre me envió, así también yo los envío a ustedes. Es entender que de la misma forma que el Padre lo envía, así también Jesús los envía. Es la misma misión, prolongación de la misión de Cristo, la que tendrán sus seguidores. ¿Cuál es esa misión? Primero, la recepción del Espíritu Santo y luego, el perdón de los pecados. Este poder de perdonar los pecados se expresa en el don del Espíritu que será concedido a todos los que creerán gracias a la misión de los discípulos y que se unirán a la comunidad salvífica de la Iglesia

En este sintético relato, también se cumple un don prometido, el de la recepción del Espíritu Santo, enviado por el Padre y el Hijo. Aunque seré en Pentecostés la gran manifestación del Espíritu Santo, ya lo está adelantando Jesús resucitado, como un don inefable, que sólo Él puede entregar.

La duda de Tomás: En el relato, Tomás no estaba en ese momento. Duda, no cree en los discípulos y esto es el centro de la gravedad, no sólo dudar de la resurrección, sino dudar del testimonio de los discípulos. Jesús vuelve y lo primero que hace es llamar a Tomás para que vea, mire sus manos y su costado y con firmeza le dice: “en vez de dudar, debes creer”. Ante esta exhortación de convertirse en creyente, Tomás responde: Señor mío y Dios mío.

Inmediatamente Jesús pronuncia una bendición especial para todos los demás creyentes posteriores: Felices los que confíen en mí sin haber visto.

La confesión de Tomás, es como la gran culminación de la cristología que ha querido presentar Juan. Ya que aclama a Jesús crucificado y exhaltado como “Señor y Dios”. Tomás, es reprendido por exigir un signo antes de decidirse a creer (dichosos los que crean sin ver).

La bendición final insiste en el hecho de que la fe de los cristianos que han creído sin haber visto no se diferencia en nada de la fe de los primeros discípulos. La fe de todos ellos se fundamenta en la presencia del Señor mediada por el Espíritu.

Finalmente el relato culmina con los muchos signos que realizó Jesús. Pero aclara que todo está escrito allí para que crean que Jesús es el Cristo. El signo más importante entonces es que Jesús sigue presente en medio de la Iglesia y esa es la revelación al mundo. El trabajo de los discípulos entonces es suscitar la fe en Jesús como el Mesías e Hijo de Dios, fuente de vida eterna.

Podríamos culminar este momento diciendo que la síntesis de este Segundo Domingo de Pascua es “UNA NUEVA FORMA DE VIDA HA APARECIDO EN EL MUNDO DESPUÉS DE LA RESURRECCIÓN DE CRISTO. Se trata de la comunidad de los creyentes de los que son sus discípulos y también sus testigos en la misión. Es un estilo nuevo de vivir y lo llamamos Iglesia.

MEDITATIO:
 
Preguntas para la meditación
  • ¿Cuáles son los miedos a vivir como discípulo del Señor? Intenta hacer una lista de tus miedos para decirle a los demás que sí eres cristiano.

  • Nuestra comunidad ¿es valerosa en anunciar a Jesús como el Cristo, el Señor, el Mesías? ¿o todavía existen miedos, temores, recelos, obstáculos para ser creyentes y que se nos note?

  • ¿Es nuestra comunidad como las que presentan las lecturas de hoy? ¿qué le falta a nuestra comunidad para ser discípula y misionera?

  • ¿soy un verdadero testigo del Señor Resucitado?

  • Personalmente ¿tengo dudas de fe? ¿creo que Jesús resucitó verdaderamente?

  • ¿cómo influyen los programas de los medios de comunicación que pretenden hacernos creer otra cosa, como por ejemplo que todos los relatos de la resurrección no son más que fantasía? ¿nuestras comunidades se ven afectadas por estos programas? ¿los jóvenes donde nos encontramos también ven estos programas? ¿qué hacemos para poder ser verdaderos testigos y evangelizadores?

  • ¿Soy verdaderamente feliz? ¿dejo que los problemas sean cosas secundarias, ante la alegría de Cristo Resucitado? ¿Qué cosas opacan la verdadera felicidad del encuentro con Cristo en mi vida?

  • ¿Me siento enviado por el Señor, como Él envió a los Apóstoles? ¿Soy consciente de este envío?

  • ¿Puedo decirle con certeza al Señor: Señor mío y Dios mío? ¿Qué implica esta definición de fe para un cambio de vida?
ORATIO:
 
Ya hemos dicho que la Oración es la respuesta a Dios que se manifiesta. Proponemos a modo de oración volver sobre el pregón pascual que la Iglesia primitiva elaboró para la liturgia de la Vigilia Pascual.

CONTEMPLATIO:
 
¿Cómo interiorizo el mensaje? ¿Cómo interiorizamos el mensaje? Para el momento de contemplación, te sugerimos que elijas una frase del texto de Juan y la repitas varias veces durante esta semana. Puede ser también combinada con una frase del pregón pascual. Y culminar con una idea fundamental como una acción de gracias por creer.

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